No cabe un vacío más
con el que llenar la ausencia de mí.
Efímera anestesia local
para la herida del sándalo,
persistente fase terminal
para los pétalos de un jazmín.
Dadivoso en aromas
en un jardín de vacíos.
En la corriente de tus mentiras,
navegan las mias
hacia un naufrágio anunciado,
en el que las verdades
serían el único salvavidas,
de tu boca y la mía.
Ese místico camino
entre suspirar por ti
y transpirar contigo.
Oculto entre la maleza
que vas regando
con tu indiferencia,
hace que me encierre
en un horizonte de margaritas
desnudas por el NO.
Y si es mi camino el perderte,
me perderé en el camino.
Pero mis huellas son tan profundas
que usadas de molde
me hallan y repatrian
a la divergencia de nuestro destino,
en el que yo muero buscándote
y tú, jamás encontrándome.
Fuego
en las laderas de la conciencia.
Sirenas de intenciones
incapaces de hacerse realidad,
aullan en dirección enemiga del olvido
sudando cobardía,
en su retirada mental.
Camino por hojillas descalza,
y las manos me sangran…
derrapando mis neuronas
en el sistema nervioso de la mentira.
Comparto mi sangre en cataratas de tinta,
que apuntalan lo que siento…
con la sedada jauría
ignorantes del desangrado,
que va marcando la calzada.
Ignorantes de mi vida,
lavan sus miserias
con mis lágrimas vertidas.
Quisiera elevar cada palabra
hasta ensordecer al mundo...
y hacer sangrar tus oídos
Quisiera.
Pero el silencio de los ojos,
las caricias que no hablan,
esos labios que no ven nada,
me callan.
Así que callaré
haciendo de mi mutismo tu condena